sábado, 20 de diciembre de 2025

El futuro de la nutrición cardiovascular


La medicina cardiovascular está evolucionando hacia un enfoque más holístico, donde la nutrición deja de ser un aspecto secundario y se convierte en un eje pronóstico central. El número especial sobre nutrición y riesgo cardiovascular reúne diez estudios que abordan la desnutrición desde una perspectiva funcional, integrando su evaluación con el impacto de la inflamación. Este nuevo paradigma propone identificar precozmente la desnutrición, monitorizarla longitudinalmente y tratarla como un factor clave en la evolución clínica. A la vez, se reconoce que la calidad de la dieta y las creencias sobre salud influyen directamente en el sustrato inflamatorio, modulando el riesgo cardiovascular desde etapas tempranas. Así, se establece un puente entre los patrones dietéticos, los marcos cognitivos que guían el comportamiento alimentario y la evaluación crítica del estado nutricional en pacientes con enfermedad cardiovascular establecida.

El índice de masa corporal (IMC) resulta insuficiente para captar los déficits cualitativos en la ingesta ni la integridad celular. Estudios recientes destacan que la malnutrición en pacientes con enfermedad cardiovascular (ECV) es frecuente, poco reconocida y con fuerte impacto pronóstico. Mrozik et al. analizan las creencias simplificadas sobre dietas basadas en plantas, subrayando que su efecto protector depende de la calidad de los alimentos incluidos. Dietas ricas en productos ultraprocesados, pueden tener efectos proinflamatorios y aumentar el riesgo cardiovascular. López de Coca et al. profundizan en el Índice Inflamatorio Dietético, demostrando que los patrones antiinflamatorios pueden reducir la necesidad terapéutica. En conjunto, estos hallazgos refuerzan la recomendación de modelos dietéticos basados en plantas, siempre que estén compuestos por alimentos mínimamente procesados y ricos en nutrientes, como estrategia preventiva y terapéutica en cardiología.

La desnutrición en pacientes con ECV, especialmente en insuficiencia cardíaca, tiene consecuencias clínicas relevantes. Świątoniowska-Lonc et al. documentan su alta prevalencia y su impacto en la eficacia del tratamiento, las complicaciones y la duración de la hospitalización. En pacientes en diálisis, Czaja-Stolc observa que la combinación de estado nutricional, toxinas urémicas y biomarcadores inflamatorios predice la mortalidad cardiovascular a dos años. Estos estudios refuerzan la necesidad de considerar el estado nutricional como un signo vital, no como una variable secundaria. La integración de parámetros nutricionales con marcadores inflamatorios permite una estratificación de riesgo más precisa, especialmente en poblaciones vulnerables. Así, se propone una atención cardiovascular que incorpore sistemáticamente la evaluación nutricional como parte del abordaje clínico integral.

La evaluación nutricional requiere métodos confiables y aplicables en la práctica clínica. Jarosz et al. revisan herramientas específicas para pacientes con ECV, destacando la utilidad del índice CONUT, el Índice de Riesgo Nutricional Geriátrico y el Ángulo de fase (PhA). Estas herramientas permiten predecir la mortalidad en insuficiencia cardíaca sin necesidad de equipos complejos. En cirugía cardíaca, el PhA y el análisis de impedancia bioeléctrica (BIA) ofrecen información sobre la condición celular y el pronóstico nutricional. El marco GLIM formaliza criterios fenotípicos y etiológicos para diagnosticar la desnutrición, incluso en pacientes con IMC normal o elevado. Esta visión multidimensional se alinea con las guías actuales que posicionan los patrones dietéticos como terapia fundamental en la prevención cardiovascular, más allá del peso corporal.

El índice CONUT (Controlling Nutritional Status) es una herramienta de cribado nutricional que evalúa el riesgo de desnutrición usando tres parámetros de laboratorio: albúmina, colesterol total y recuento total de linfocitos, asignando puntos para determinar la gravedad nutricional, siendo útil para la detección temprana y seguimiento en pacientes hospitalizados o con enfermedades crónicas. Calculadora Índice CONUT.

El futuro de la nutrición cardiovascular exige integrar la evaluación funcional del estado nutricional con la modificación del sustrato inflamatorio. Este enfoque es coherente desde el punto de vista mecanístico y viable en la práctica clínica. Incorporar el fenotipado nutricional en cardiología, cirugía cardíaca y nefrología, junto con el asesoramiento dietético basado en creencias, puede mejorar resultados y calidad de vida. La ciencia de la implementación debe facilitar que el cribado y la intervención nutricional se integren en los flujos de trabajo clínicos. Además, se requieren estudios traslacionales en humanos que utilicen tecnologías ómicas, trazadores metabólicos y biomarcadores avanzados para personalizar las intervenciones. Así se abre un nuevo capítulo en la nutrición cardiovascular, donde la investigación y la práctica convergen para ofrecer terapias más precisas y centradas en el paciente.

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