viernes, 28 de junio de 2024

Salud bucal y salud cardiovascular


En la cavidad oral se encuentran más de 700 especies de bacterias junto con virus, protozoos y hongos. La microbiota bucal es la segunda más grande del organismo después de la intestinal.

La abundancia de determinadas especies en la cavidad bucal está asociada a un aumento del riesgo de algunas enfermedades no transmisibles.

Entre las especies relacionadas con las enfermedades cardiovasculares se citan: Porphyromonas gingivalis, Tannerella forsythia, Streptococcus sanguinis, Aggregatibacter aphrophilus y Aggregatibacter actinomycetemcomitans. Estos patógenos inducen inflamación en las paredes arteriales, acumulación de monocitos y macrófagos y rigidez arterial. En definitiva, promueven la formación de las placas de ateroma.

Un nuevo estudio añade evidencias sobre la relación entre la salud bucal y la salud cardiovascular. La publicación aparece en el Journal of the American Heart Association y establece una relación entre la microbiota oral y la hipertensión arterial en mujeres postmenopáusicas. Estudios previos ya habían encontrado este tipo de asociación.

En el estudio participaron 1215 mujeres con una edad media de 63 años, con un rango de edades entre los 53 y 81 años.  Entre los años 1997 y el 2001 se realizó a todos los participantes un examen bucal. Se tomó una muestra de la placa para estudio microbiológico de la placa gingival y determinar la composición bacteriana. Para el estudio del microbioma oral se utilizó la técnica de secuenciación genética del ARN ribosomal 16S. Al mismo tiempo se tomaron las mediciones de tensión arterial sistólica y diastólica basales.  El seguimiento medio de los participantes fue de 10,4 años.

De un total de 245 especies bacterianas identificadas, 47 de ellas influyen de forma significativa en el estado basal de la presión arterial. Después del seguimiento prospectivo se observó que 15 de estas especies se asociaban significativamente con la hipertensión arterial incidente.  De estas, 10 de ellas lo hacen positivamente con un HR=1,10 (cociente de riesgo). Es decir, su presencia aumenta el riesgo de hipertensión arterial incidente en un 10 %. Por su parte, otras 5 se comportaron como protectoras de la hipertensión arterial con un HR entre 0,82 y 0,91. Dicho de otra manera, reduce el riesgo de hipertensión arterial entre un 9 % y un 18 %.

Fueron tres las bacterias que se correlacionaron positivamente con la presión arterial sistólica: Prevotella, Treponema socranskii y Anaeroblobus. En el análisis estadístico permanecieron significativas después de la corrección para la comparación múltiple.

Este y otros estudios previos han encontrado una asociación entre la composición del microbioma oral y la presión arterial. Han observado un aumento del riesgo de hipertensión arterial incidente por especies bacterianas que se incrementan cuando hay mala salud bucal. A su vez, las bacterias que caracterizan a una buena higiene bucal se comportan como protectoras. Seguramente, en el riesgo de hipertensión arterial hay otros factores, pero la salud bucal debe ser considerada.

En una reciente revisión sobre el tema publicada en The American Journal of Medicine han evaluado la causalidad y las comorbilidades entre la periodontitis y la enfermedad cardiovascular. Encontraron un vínculo entre la periodontitis y la fibrilación auricular, la hipertensión arterial, la hiperlipidemia, la diabetes mellitus y la enfermedad de arteria coronaria. Entre los mecanismos propuestas citan al Streptococcus mutans y Streptococcus sanguinis activando a las plaquetas y propiciando la formación de trombos a través de citocinas proinflamatorias.

En estos casos se puede sospechar la inflamación crónica con la determinación de los biomarcadores inflamatorios IL-1, IL-6, factor de necrosis tumoral (TNF)-α y la proteína C reactiva (PCR).

En otra revisión sistemática publicada en Frontiers se evalúa las mejoras en los riesgo de eventos cardiovasculares y los marcadores de riesgo cardiovasculares. Se encontró que el tratamiento quirúrgico periodontal, el cuidado de la higiene bucal, el cepillado dental regular, el uso del hilo dental y el cepillado de la lengua reducen significativamente el riesgo de eventos cardiovasculares y la mortalidad.

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