El efecto abscopal en el tratamiento del cáncer fue descrito por primera vez en el año 1953. En esa ocasión al tratar una zona de tumor en un ratón, observaron la regresión de un tumor en una localización distinta no tratada. De ahí, el nombre de efecto abscopal (EA), que proviene del latín “ab scopus” (lejos del objetivo), es decir, los efectos de la radiación aparecen lejos del objetivo.
Recientemente se publicó un caso de sarcoma metastásico con un EA espectacular después de la radiación con haz de protones. Al tratar la lesión más grande, observaron la regresión del resto de las lesiones. Al parecer, el EA se consigue mejor con haz de protones respecto a otros tipos de radiaciones.
Aunque inicialmente, el EA ha sido observado con la radioterapia, también se puede producir con otras terapias locales. En estudios de laboratorio se ha identificado tras la inyección de bacterias o de la vacuna contra la gripe. Hay ejemplos con cáncer de pulmón, mama, hígado, mesotelioma, linfomas o melanoma.
El mecanismo de producción del EA podría ser de tipo inmunológico. Así, las células tumorales tratadas liberan mediadores que desencadenan una respuesta inmunológica en todo el organismo. Es como si el tumor irradiado se comportara como una vacuna. Por ello, se le ha llamado a este tipo de tratamiento, vacunación in situ.
También se investiga conseguir el EA con la combinación de la radiación con los fármacos inhibidores del punto de control inmunitario (inhibidores PC). Tal vez, la radioterapia ayuda al sistema inmunológico a identificar las células tumorales, posibilitando a los inhibidores PC una respuesta más intensa.
Una revisión reciente publicada en Med recoge una serie de ensayos clínicos fase 2 y fase 3 en los que se recoge el efecto abscopal en pacientes que recibieron inmunoterapia. Entre los tumores estudiados están el cáncer de pulmón, cáncer de cuello uterino, cáncer de cabeza y cuello, melanoma, entre otros. En una de las series detectaron efecto abscopal en el 27 % de los pacientes tratados con radioterapia, quimioterapia y el factor estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CS). En otra serie en casos tratados con radiocirugía estereotáctica e ipilimumab la incidencia del efecto abscopal fue del 26,5 %.
Aunque, el efecto abscopal en el tratamiento del cáncer aparece de forma inesperada, es un fenómeno fascinante cuya investigación se ha incrementado recientemente. Hay que avanzar más en el mecanismo de producción del efecto abscopal y la utilidad que podría tener en el tratamiento del cáncer al utilizar diferentes terapias sistémicas para inducir la respuesta abscopal.