Son varios los estudios de los últimos años que indagan la relación del consumo de edulcorantes artificiales (EA) y la microbiota intestinal (MI). Los EA no calóricos son utilizados en todo el mundo para mantener el sabor dulce y evitar el aumento del peso y el control de la diabetes mellitus. Entre los EA están la sacarina, el ciclamato, el aspartamo, la sucralosa, el neotame y el acesulfamo de potasio.
Los posibles daños a la salud han sido una preocupación de los investigadores sin que se haya llegado a un consenso. Las evidencias sobre el daño a la MI van en aumento, por lo que hacemos una puesta al día de los principales hallazgos. Ya sabemos que una MI alterada aumenta el riesgo a padecer un sinnúmero de enfermedades.
¿Cómo afectan los edulcorantes artificiales a la microbiota intestinal?
Los estudios preclínicos con modelos de ratones han observado las alteraciones funcionales que se producen en la MI por los EA. Los cambios que se aprecian pueden favorecer la aparición del síndrome metabólico y el aumento de grasa corporal. Por cierto, la OMS recomienda no utilizar los edulcorantes artificiales para el control del peso corporal. Los resultados pueden ser contraproducentes.
Así mismo, una dieta que esté libre de EA reduce los trastornos digestivos funcionales, incluyendo las diarreas, los cólicos abdominales, el malestar postprandial, el estreñimiento, el dolor retroesternal y la saciedad temprana.
Se piensa que uno de los mecanismos por los que los EA alteran el equilibrio de la microbiota intestinal es por la inhibición del quórum bacteriano (QB). Se entiende por QB a la interacción que mantienen las bacterias entre sí para comunicarse y coordinarse frente a una agresión externa.
También han encontrado un aumento del riesgo de los cáncer relacionados con la obesidad en los consumidores de EA, particularmente el aspartamo y el acesulfamo-K. El incremento del riesgo de cáncer en general fue de un 15 % y 13 %, respectivamente. El aumento del riesgo por consumo de aspartamo fue de un 22 % para el cáncer de mama y un 15 % para los cánceres relacionados con la obesidad. Esta última categoría agrupó a las localizaciones colorrectal, estómago, hígado, orofaringe, esófago, laringe, ovario, endometrio y próstata.
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha incluido al aspartamo en el Grupo 2B como "posiblemente cancerígeno para los humanos". Se considera como ingesta aceptable los 40 mg/kg de peso corporal.
Incluso, la alteración de la MI puede aparecer en la descendencia de una madre que consumió EA durante el embarazo. Entre otras alteraciones se apreció una disminución de la fermentación de la lactosa y alteraciones en la producción de lactato y propionato. Como consecuencia, los bebés tuvieron un aumento del peso y de la grasa corporal. Estudios preclínicos han encontrado que esto se produce por una mayor abundancia de Akkermansia y Bacteroidetes y una reducción de lactobacilos.
Comentario:
Estos resultados indican el daño sobre la microbiota intestinal por el uso de los edulcorantes artificiales no calóricos y consecuentemente el riesgo para diversas enfermedades incluyendo algunos tipos de cánceres. Por tanto, algunos expertos del tema consideran que el consumo de estos edulcorantes no es seguro para la salud. Habrá que tener en cuenta que estos compuestos también forman parte de alimentos y bebidas, ampliamente utilizados por la industria alimentaria. Actualmente, las agencias reguladoras de la seguridad alimentaria lo están revisando. A la espera de los resultados de los nuevos estudios en curso deberíamos ser prudentes en la utilización de estos compuestos.
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